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miércoles, marzo 30, 2005

En un suspiro tu vida

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Me disponía a escribir el presente articulo cuando de pronto una llamada telefónica interrumpió mi concentración. La llamada provenía de mi casa notificándome que mi mascota se había perdido, la persona que generalmente cuida mi casa en mi ausencia durante la tarde no encontraba a mi pequeña perrita llamada Aita. Quizás para cualquier otra persona este era un hecho intrascendente, para mi sin embargo fue como sentir un aire frío en el pecho. Ya eran dos años que mi perrita llego a casa a llenar mis momentos de soledad, se había convertido en la única amiga políglota que compartía mis errores, mis triunfos y mis nostalgias. Aita es una perrita terrier pequeña de color café. En Indonesia el cuidado a los animales es casi nulo, la religión musulmán califica de “Haram” al hocico del perro, es decir que según la religión es prohibido tocar su hocico cosa que guía al hecho de que las personas en general los evaden. Para complicar la cosa otras personas y aunque en pequeñísimas cantidad se los comen.

A mi criterio yo había prácticamente “rescatado” el cachorro de un trágico fin. A cambio ella me había entregado muchos momentos alegres, solíamos correr por la universidad ITB durante los domingos cuando la universidad se encontraba desolada. La había aceptado en casa aun en contra de cuanto podían decir, al final con ella o sin ella mi situación de extranjera con una religión diferente a la de la mayoría de mis vecinos no cambiaria. A cambio recibiría una calurosa bienvenida cada día al regresar a casa y podría contar con el cuidado de alguien en mis momentos de soledad en cierto modo ella era a demás mi protectora, pues muchas veces Aita había corrido los ratones de los alrededores de mi casa de campo. Es curioso como un ser tan pequeño y frágil nos puede dar tanta vida y fuerza a la vez.

Inmediatamente colgué el teléfono me dirigí a casa con Harry, de todas maneras la jornada laboral terminaba así como terminaba el día. Al subirme al carro mi mente comenzó a recordar cada alegre momento que había compartido con mi pequeña perrita, esto aceleraba mi respiración. A mi punto de vista, mi día se había tornado tan oscuro como aquel atardecer. No era el sol que se iba sino también la idea de pensar que la noche caía trayéndome oscuridad si la había perdido. Que pasaría si nunca mas podría volver a verla? Si al menos la hubiese abrazado una ultima vez!. Aquella noche sentiría la ausencia de sus ladridos al mas pequeño ruido. Llegaría a una casa donde nadie me esperaba. Irremediablemente en algún sentido, aun pequeño, mi vida cambiaria para siempre.

Aquel día y durante aquella hora podía ver a través de la ventana del automóvil como mucha gente se dirigía a sus hogares y la cantidad increíble de movilidades que creaba congestión vehicular solo me ponía mas nerviosa. Me ponía a pensar en lo fácil que las personas solemos apegarnos a las mascotas, las rutinas, las costumbres y finalmente y aun mas importante nos apegamos a las personas mismas.

De pronto un joven con una pañoleta en la cabeza interrumpió mis pensamientos con el golpecillo delicado de sus largos y delgados dedos en la ventana, el muchacho llevaba una caja de cartón. En la caja había una nota que decía “Donaciones para los sobrevivientes de Aceh”. Sin pensarlo mucho contribuí con lo que pude a lo que la persona se fue sin sonreír a la siguiente movilidad. Era febrero del año 2005.

- “Una tragedia mundial que ocurrió en diciembre del año 2004” me dije, “un evento que en un segundo cambio la vida de mas de cien mil personas”.

Muchos de ellos se habían ido a dormir el día anterior sin siquiera pensar que al día siguiente nada de todo cuanto tenían quedaría. Muchos niños quedaron huérfanos y muchos padres habían perdido a sus hijos. Muchas personas circulaban por las calles de Aceh aun gritando el nombre de sus familiares pues habían perdido completamente el uso de la razón. Un canal de televisión llamado “Metro” seguía cada acontecimiento de soporte a esta ciudad, solo se podían ver rostros de tristeza enloquecidos por el evento que cambio sus vidas para siempre. La gente pedía perdón a Dios, muchos pensaban que era un castigo divino. La tragedia se mezclaba con asuntos de religión, política, y economía. Los sobrevivientes eran personas que habían perdido sus bienes materiales, sus familiares y en algunos casos inclusive a demás algunas partes de sus cuerpos. Prácticamente ya no les quedaba nada. Absolutamente nada de cuanto tenían. En un suspiro se les iba la vida.

Que pudo haber hecho que sus vidas de pronto y en tan pocos minutos cambiaran para siempre? No habían culpables humanos, y aunque se los encontrara, nada cambiaria el hecho. En este ni en ningún caso se podría volver el día hacia atrás o “revivir” el evento para poder alertar a las personas a tiempo. Tuve la suerte de conocer muchos doctores y voluntarios que sin pensarlo mucho se habían trasladado a la ciudad de Aceh. Generalmente regresaban mucho mas delgados, a veces enfermos, cansados y con lagrimas secas en las mejillas.

- “Cuantos suspiros por las penas y llantos se entremezclan en el aire ahora en Aceh!” me decían.

Pero el mundo seguía su curso como el lento avance de las movilidades por las calles en aquel momento. El mar se encontraba otra vez tranquilo. El mar seguía acariciando las playas con sus olas. Aquel mar semi azul o verde que se torna motivo de poesías y pinturas por sus bellos atardeceres, ahora, había cesado su ira.

Un suspiro! Por un suspiro mi vida! Hace algunos minutos atrás me disponía a escribir este articulo con otro enfoque. En un suspiro había cambiado mi estado anímico, mis planes, mis sentimientos. Llegue a casa en la oscuridad de la noche. Me daba miedo pensar que debería enfrentar una casa en cierto modo desierta.

Una sombra me llamo la atención. En la puerta se encontraba la persona que me había llamado, su nombre es “Tini” y esta llevaba en una mano una manguera de la que aun chorreaba agua y en la otra mano estaba Aita cubierta de lodo. La habían encontrado en una plantación de arroz semi- cercana.

Un suspiro me dio la vida! Sentí alegría en el corazón, la abrase sin pensarlo y sin importarme mucho el lodo entremezclado con agua que corría ensuciando mis ropas. Harry también le dio unas caricias, nos miramos y entre sonrisas unas lagrimas corrieron por nuestras mejillas.
Un suspiro, por un suspiro TU vida! Cuantas veces te has detenido a pensar que “tu rutina” y tu “día trivial” es también la razón de poder por tan solo cinco segundos inhalar y exhalar el aire que Dios te da de paz? En detrimento de los problemas con tu jefe o tus colegas, la pelea matinal con alguien en casa, la vajilla costosa que se rompió o el chiste irónico que te cayo. “Sonríe porque todo va bien”. Las personas que amas están bien. Sonríe porque todo esta igual. Sonríe por un momento y en tan solo cinco segundos inhala y exhala profundamente el aire. Porque ese suspiro de paz, mi amigo, es un suspiro de VIDA.

1 comentario:

Iliana dijo...

Tienes mucha razón con este artículo. Me alegro porque todo está igual. Me gustó mucho.