Este es el email que recivi hace algun tiempo de un excelente amigo, me parecio conveniente compartirlo:
“Nunca te preocupes demasiado por lo que sucede a tu alrededor, ni pienses que la vida te cierra las puertas de la felicidad o de la realización personal, no dejes que la depresión te consuma. Más bien obsérvate, medita y observa bien tu entorno. Cuando dejes de empeñarte obstinadamente en cruzar una puerta que se te ha cerrado o que se niega a abrirse a pesar de tu insistencia, descubrirás que al lado, junto a ella, hay otras puertas abiertas. Tan sólo tienes que dirigir tus pasos a la derecha o a la izquierda para cruzar cualquiera de las múltiples puertas abiertas y seguir así tu camino. Cuando la vida te cierra una puerta estás en tu derecho de intentar abrirla y cruzar por ella. Tal vez las resistencias iniciales sean pruebas que debas superar para seguir correctamente tu camino. Pero si descubres que definitivamente permanece cerrada, observa bien y descubrirás las muchas que se te abren o están ya abiertas esperando que te decidas a cruzar por ellas”.
- Suena muy bonito
- dijo lacónico Andrés-, pero aún siendo como tú dices, ¿qué sucede cuando tienes varias opciones y te sientes bloqueado porque te asaltan las dudas sobre cuál será la correcta y acertada? El miedo a equivocarnos suele crear angustia, y estoy seguro que todos hemos vivido en innumerables ocasiones la paralizante incertidumbre. La incertidumbre es inevitable -señaló el trovador-, pero no tiene por qué resultar paralizante; quisiera contarte la historia de la encrucijada, pues creo que bien puede ilustrar esta cuestión...
Ocurrió una vez que dos peregrinos buscadores de la verdad coincidieron caminando por una senda. Tras las presentaciones de rigor y transcurridas varias horas de apacible y profundo diálogo, acordaron continuar juntos el viaje y compartir sus experiencias. Sucedió que, en un determinado momento, se hallaron ante una encrucijada. Tres caminos se abrían frente a sus sorprendidos ojos. La duda se apoderó de sus mentes; ninguna referencia, señal o indicación les ofrecía pistas que permitieran dilucidar con claridad cuál de los tres caminos sería el correcto para no desviarse de la ruta marcada. Viendo que se quedaban estancados y tal vez cansado de tantas vacilaciones, uno de los peregrinos optó por seguir el camino de la derecha; algo en su interior le decía que de las tres opciones aquella era la que parecía sintonizar con su proceso personal. Sin más vacilaciones, empezó a recorrer el nuevo camino, y aunque en él encontró situaciones y experiencias positivas, no tardó en darse cuenta que ése no era su verdadero camino. Ciertas dificultades y problemas se unieron a una profunda sensación de angustia y desesperación que le atenazaban el corazón. Algo en su interior le estaba diciendo que aquél no era el camino que le correspondía vivir. Finalmente, optó por dar marcha atrás empezando a desandar el camino recorrido. Cuando tras un gran esfuerzo llegó de nuevo a la encrucijada, allí se encontraba sentado en una piedra, abatido y cabizbajo, el anterior compañero de peregrinaje. Éste levantó la cabeza y, mirando con ironía a su antiguo camarada, le increpó: "¿De qué te sirvieron tu osadía y tu precipitada decisión? ¿Acaso no te hallas de nuevo donde estabas, habiendo perdido tiempo y energías recorriendo un camino equivocado?" Sintiéndose recriminado, miró detenidamente a su ex compañero de viaje. Viendo en su rostro la cara de angustia y comprendiendo el gran conflicto que vivía, le dijo: "Siento que no hayas sido valiente o capaz de tomar una decisión, aunque no fuese la más acertada. Viéndome aquí de nuevo, puedes pensar que yo he perdido el tiempo recorriendo un camino que no me correspondía y teniendo que desandar lo andado. Pero lo cierto es que son muchas las experiencias vividas en ese trecho equivocado y mucho e infinitamente importante lo allí aprendido. Aunque lo realmente importante es que ahora sé que ese no era mi camino y puedo decidirme por cualquiera de las otras opciones que me quedan, sin que nunca en el futuro me asalten las dudas sobre si debí en su día haber seguido el camino de la derecha. Mientras que tú, durante todo este tiempo, no has hecho más que dudar y lamentarte de que la vida no te da las pistas suficientes para decidir acertadamente. Por mi, puedes seguir ahí el resto de tu vida". Y sin más, tomó uno de los otros dos caminos que la vida le ofrecía como opciones personales. Tranquilo y feliz, tal vez por el simple hecho de saber que si tampoco ése era el correcto, siempre podría desandar lo andado, aprendiendo durante el proceso y despejando dudas en cada nuevo error. El trovador se quedó mirando por un momento a Andrés y al poco le dijo: - ¿Por qué tardamos tanto en darnos cuenta de que lo más importante que podemos hallar al final de cualquier camino (por largo que éste sea) se halla dentro de nosotros mismos? porque perdemos la idea de motivar?
Del Libro: "Fluir con la vida" Mariano Bueno y Anayo Meyo La vida está llena de encrucijadas; llena de momentos de duda en los que debemos optar por una cosa o por otra. Muchas veces la decisión es sumamente difícil. Pero por más compleja que parezca, no debe llevar a un detenimiento prolongado de la marcha de la vida; no debe paralizarnos. Porque así como está llena de encrucijadas, la vida también está llena de oportunidades, y siempre nos dá la chance de corregir el rumbo si el elegido no era el correcto. Quedarnos paralizados, incapaces de poder elegir, no nos conduce a nada. Porque cuando elegimos un camino siempre está la posibilidad de haber elegido el correcto. Pero si nos quedamos quietos tendremos la certeza de no haber elegido el rumbo más conveniente, porque no optamos por nada... Renunciar a la búsqueda del sendero de nuestra vida, de nuestro propio sendero es, de alguna manera, renunciar a vivir. Es de alguna manera... morir un poco...
“Nunca te preocupes demasiado por lo que sucede a tu alrededor, ni pienses que la vida te cierra las puertas de la felicidad o de la realización personal, no dejes que la depresión te consuma. Más bien obsérvate, medita y observa bien tu entorno. Cuando dejes de empeñarte obstinadamente en cruzar una puerta que se te ha cerrado o que se niega a abrirse a pesar de tu insistencia, descubrirás que al lado, junto a ella, hay otras puertas abiertas. Tan sólo tienes que dirigir tus pasos a la derecha o a la izquierda para cruzar cualquiera de las múltiples puertas abiertas y seguir así tu camino. Cuando la vida te cierra una puerta estás en tu derecho de intentar abrirla y cruzar por ella. Tal vez las resistencias iniciales sean pruebas que debas superar para seguir correctamente tu camino. Pero si descubres que definitivamente permanece cerrada, observa bien y descubrirás las muchas que se te abren o están ya abiertas esperando que te decidas a cruzar por ellas”.
- Suena muy bonito
- dijo lacónico Andrés-, pero aún siendo como tú dices, ¿qué sucede cuando tienes varias opciones y te sientes bloqueado porque te asaltan las dudas sobre cuál será la correcta y acertada? El miedo a equivocarnos suele crear angustia, y estoy seguro que todos hemos vivido en innumerables ocasiones la paralizante incertidumbre. La incertidumbre es inevitable -señaló el trovador-, pero no tiene por qué resultar paralizante; quisiera contarte la historia de la encrucijada, pues creo que bien puede ilustrar esta cuestión...
Ocurrió una vez que dos peregrinos buscadores de la verdad coincidieron caminando por una senda. Tras las presentaciones de rigor y transcurridas varias horas de apacible y profundo diálogo, acordaron continuar juntos el viaje y compartir sus experiencias. Sucedió que, en un determinado momento, se hallaron ante una encrucijada. Tres caminos se abrían frente a sus sorprendidos ojos. La duda se apoderó de sus mentes; ninguna referencia, señal o indicación les ofrecía pistas que permitieran dilucidar con claridad cuál de los tres caminos sería el correcto para no desviarse de la ruta marcada. Viendo que se quedaban estancados y tal vez cansado de tantas vacilaciones, uno de los peregrinos optó por seguir el camino de la derecha; algo en su interior le decía que de las tres opciones aquella era la que parecía sintonizar con su proceso personal. Sin más vacilaciones, empezó a recorrer el nuevo camino, y aunque en él encontró situaciones y experiencias positivas, no tardó en darse cuenta que ése no era su verdadero camino. Ciertas dificultades y problemas se unieron a una profunda sensación de angustia y desesperación que le atenazaban el corazón. Algo en su interior le estaba diciendo que aquél no era el camino que le correspondía vivir. Finalmente, optó por dar marcha atrás empezando a desandar el camino recorrido. Cuando tras un gran esfuerzo llegó de nuevo a la encrucijada, allí se encontraba sentado en una piedra, abatido y cabizbajo, el anterior compañero de peregrinaje. Éste levantó la cabeza y, mirando con ironía a su antiguo camarada, le increpó: "¿De qué te sirvieron tu osadía y tu precipitada decisión? ¿Acaso no te hallas de nuevo donde estabas, habiendo perdido tiempo y energías recorriendo un camino equivocado?" Sintiéndose recriminado, miró detenidamente a su ex compañero de viaje. Viendo en su rostro la cara de angustia y comprendiendo el gran conflicto que vivía, le dijo: "Siento que no hayas sido valiente o capaz de tomar una decisión, aunque no fuese la más acertada. Viéndome aquí de nuevo, puedes pensar que yo he perdido el tiempo recorriendo un camino que no me correspondía y teniendo que desandar lo andado. Pero lo cierto es que son muchas las experiencias vividas en ese trecho equivocado y mucho e infinitamente importante lo allí aprendido. Aunque lo realmente importante es que ahora sé que ese no era mi camino y puedo decidirme por cualquiera de las otras opciones que me quedan, sin que nunca en el futuro me asalten las dudas sobre si debí en su día haber seguido el camino de la derecha. Mientras que tú, durante todo este tiempo, no has hecho más que dudar y lamentarte de que la vida no te da las pistas suficientes para decidir acertadamente. Por mi, puedes seguir ahí el resto de tu vida". Y sin más, tomó uno de los otros dos caminos que la vida le ofrecía como opciones personales. Tranquilo y feliz, tal vez por el simple hecho de saber que si tampoco ése era el correcto, siempre podría desandar lo andado, aprendiendo durante el proceso y despejando dudas en cada nuevo error. El trovador se quedó mirando por un momento a Andrés y al poco le dijo: - ¿Por qué tardamos tanto en darnos cuenta de que lo más importante que podemos hallar al final de cualquier camino (por largo que éste sea) se halla dentro de nosotros mismos? porque perdemos la idea de motivar?
Del Libro: "Fluir con la vida" Mariano Bueno y Anayo Meyo La vida está llena de encrucijadas; llena de momentos de duda en los que debemos optar por una cosa o por otra. Muchas veces la decisión es sumamente difícil. Pero por más compleja que parezca, no debe llevar a un detenimiento prolongado de la marcha de la vida; no debe paralizarnos. Porque así como está llena de encrucijadas, la vida también está llena de oportunidades, y siempre nos dá la chance de corregir el rumbo si el elegido no era el correcto. Quedarnos paralizados, incapaces de poder elegir, no nos conduce a nada. Porque cuando elegimos un camino siempre está la posibilidad de haber elegido el correcto. Pero si nos quedamos quietos tendremos la certeza de no haber elegido el rumbo más conveniente, porque no optamos por nada... Renunciar a la búsqueda del sendero de nuestra vida, de nuestro propio sendero es, de alguna manera, renunciar a vivir. Es de alguna manera... morir un poco...
No hay comentarios:
Publicar un comentario